lunes, 17 de mayo de 2010

Examen de ingreso versus ingreso irrestricto.

Creo, desde mi ignorancia claro, que nuestro país atraviesa una especie de monzón. No deja de llover. En realidad no dejan de llover causas judiciales; estadísticas pre-electorales; suposiciones a cerca de quien será el próximo jefe de Estado; reclamos de justicia de ciudadanos que han sido asaltados, golpeados, o familiares y allegados de víctimas fatales de algún delito (de esos que no existen); necesidades salariares; paros gremiales; insultos intra e interpatidarios; mamposterías de hospitales derruidos.

En medio de toda esta lluvia de situaciones críticas y molestas, estamos nosotros, parados en el ojo del huracán. Miles de jóvenes terminan cada año la escuela secundaria, en precarias condiciones para emprender la vida universitaria. Cuando me refiero a precariedad no hablo de escuelas rurales del Impenetrable, ni del interior de Formosa, el norte de Santa Fe o alguna localidad a 200 kilómetros de C.A.B.A. Hablo puntualmente de precariedad intelectual y de la desarticulación entre el nivel medio de educación y la universidad.

En este momento contamos con una nueva reforma educativa, ¿logrará o tratará al menos modular el egreso del secundario con el ingreso universitario?

Si tenemos en cuenta la gran oferta educativa a nivel superior que hay actualmente, tanto pública como privada, veremos que la necesidad de profesionales está en aumento. Pero ¿quienes ingresan a la universidad y en qué condiciones? ¿Cuánto nos cuesta a los contribuyentes que un alumno tarde entre 4 y 6 años hacer el ciclo básico de la UBA por ejemplo? ¿Por qué no tomar examen de ingreso y que tenga un lugar asegurado aquel que está en condiciones y se toma una carrera universitaria con la seriedad y la responsabilidad que amerita este tipo de emprendimientos? ¿Por qué se ven tan mal la excelencia y la exigencia académica?

Se le exige más y se espera más de un deportista que de un médico, un sociólogo, un abogado o un comunicador. Nos gusta mucho la competencia deportiva, pero a nivel competencia intelectual seguimos viendo la educación como una divisoria de aguas y no como la posibilidad de trascender o progresar social y culturalmente.
¿Acaso tomar un examen de ingreso nos hace menos democráticos? ¿Cuántos alumnos se gradúan de todos los que ingresan por año a todas las universidades? ¿Cuáles son las estadísticas oficiales? ¿Por qué no un examen de ingreso que nos exija llegar en mejores condiciones y que eleve de apoco la calidad académica del alumnado? Porque es en definitiva la de los futuros médicos, legistas, docentes, arquitectos que necesitaremos mañana.

1 comentario:

  1. Creo que un problema es el de la idealización de la educación y como toda idealización, proveniente de la filosofía platónica, cercena a la realidad. La idealización consiste en (pre) suponer que la escuela educa, porque lo alumnos son iguales. Pero la realidad muestra a la diferencia, diferencia no contemplada que mucha veces lleva al fracaso.

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