“La gente se comporta
instintivamente en forma tradicional y no se detiene nunca
a considerar
desapasionadamente lo que hace, lo que piensa, o lo que siente.
Existe una
proporción asombrosa de personas que aceptan sin discusión los patrones
de
comportamiento, los modelos de maneras de pensar, de maneras de sentir.
Gran cantidad de
hombres y mujeres, solo emplean su inteligencia en
el desempeño que considera
tradicionalmente su deber (…)
Nunca la
emplean para formular un juicio con respecto al deber en sí mismo.
La
obediencia pasiva a las autoridades no es compatible con el libre ejercicio de
la inteligencia (…)
Es por ello que todos
los tiranos se empeñan en suprimir totalmente la inteligencia, o en obligarla a
funcionar dentro de ciertos límites prescritos o siguiendo causes excavados previamente
(…)”
Aldous Huxley
Por gusto miraba una vidriera imaginando como me quedaría un vestido, como
es propio de mi naturaleza entre en el local y decidida a probármelo. Mientras
trataba de sacarme el pantalón, el saco y la camisa en un probador de 0,50 cm x
0,70 cm, escuche -casi sin querer- una conversación. En el dialogo que se daba
a pocos centímetros de mí probador, una mujer le contaba a otra una serie de “eventos
desafortunados”.
No conozco a ninguna de las dos, no las había visto antes y no creo que
las vuelva a ver. De hecho, si me las cruzara en la calle, lo más probable es
que no las conozca, pero se me hacía difícil ignorar el relato que comentaba
más o menos así:
“-No puedo creer que me esté pasando otra vez, pensé que habíamos
superado esa etapa…ahora resulta que yo tengo que poner un poco más de mi parte-
- ¿Qué te dijo la última vez que hablaron?-
-Eso, que no le alcanzo, que siente que no pongo energía en la relación,
que los chicos ya están grandes, que sus
amigos hacen otras cosas… pero me lo decía como si no importaran todos mis esfuerzos,
ni mi trabajo, ni como arreglé la casa, ni… -"
No escuche nada más. Pero entendí 2(dos) cuestiones casi en el aire:
1)
Su relación
de pareja estaba en crisis (otra vez).
2)
Se sentía
absolutamente menospreciada por su par.
¿Qué se le puede decir a una amiga que nos comenta algo así? ¿Cómo le
devolvemos un poco de esperanza?
¿Cómo saber si la inminente ruptura es desgracia o bendición? La respuesta más
probable es “no lo sabemos”.
Sin embargo, de prestar alguna vez el oído o el hombro he aprendido
algo. Lo primero que debería entender esta mujer, que bien podría ser cualquiera de nosotras, es que la vida
tiene significaciones que nos exceden completamente. Mientras nosotras nos obcecamos
tratando de adherir los trozos de un florero roto con masilla gris, hay una voz
que desestimamos. Es la que nos dice “arréglalo
si quieres, pero no será el mismo florero”.
No confundas tu cuerpo, tu mente y tu alma con el de otra persona. Uno
va en busca de sus propios logros, de satisfacer sus propios placeres, de
seguir el instinto más íntimo o de actuar según su propia razón… además de
conciliar familia, trabajo y pareja, más
en algún momento, no sabemos dónde empieza uno y termina el otro. Y no estaría
mal, el amor nos lleva a este tipo
de situaciones. Privilegiamos prolongar ese instante en el que sentimos que
somos parte de un todo y que podemos sostenerlo indefinidamente, no obstante… las
personas cambian en el proceso. Nosotras cambiamos en el transcurso de la
relación de pareja, y está bien. Ir en busca de aquello que necesitamos, no siempre requiere divorciarse, mudarse
de provincia o dar un portazo e irse de viaje. Me parece mujer, que tal vez, y
es posible que me equivoque, pero sería
bueno que entiendas que es “eso” que “tú”
necesitas, no solo que es lo que “debes”.
No desistas en la búsqueda de la armonía familiar, ni en el intento de salvar tu matrimonio, ni dejes de lado tus ambiciones laborales, siempre y cuando no entregues tu integridad a cambio. Incluso, aquellos atletas que han llegado lejos, siempre pretenden correr un poco más rápido o agregar unos metros a sus distancias,pero para esto cuidan su descanso y alimentación. Recuerda que es eso que deseas.