martes, 12 de octubre de 2010

Ciegos, sordos, mudos

He visto la convocatoria de familiares de victimas de la inseguridad de la semana pasada. Habría en la Plaza de Mayo unas 10.000 personas. Familiares y amigos de prójimos que murieron en situaciones sin sentido, a manos de delincuentes y por los motivos más ridículos.

Lo más preocupante de todo, es la falta de respuesta oficial, no solo en materia de presencia. Nadie se acerca a dar la mínima esperanza de que tanto la justicia como las fuerzas policiales darán todo de sí para que cientos de casos se resuelvan, sino la desinversión en seguridad, la escasez de agentes que están mal preparados y peor pagos, a quienes los delincuentes superan en 50 a 1.
La provincia de Buenos Aires se ha convertido en la tan temida tierra de nadie, porque a nadie le importa que le pase a la población.

La multitud pide “seguridad y justicia” contrario a lo que se pedía hace 50 años: “pan y trabajo”. La realidad social, como resultado de todo lo que no se hizo, ha forjado tres generaciones, sino más que no reciben educación ni trabajan, sin valores morales, con drogas al alcance de la mano, padres ausentes y un Estado que mira para otro lado.

¿Son inexplicables los incontables casos? No. ¿Procura el gobierno revertir esta situación con políticas públicas y de Estado? No. ¿Se expide la Presidente al respecto tomando cartas en el asunto? No ¿por qué? Porque no le importa.
Por eso su hija estudia en el exterior y su hijo se escuda tras una agrupación política, para ignorar la realidad que nosotros, los ciudadanos, afrontamos diariamente. A saber: los paros de transporte que te dejan varado en cualquier lado; la delincuencia; la desocupación y el hambre que se ve en cada esquina; los empleos mal pagos y las largas jornadas de trabajo; La educación endeble; todos los adolescentes que semana tras semana vuelven de bailar completamente alcoholizados; y la lista sigue.

Ya entendí, debe ser que la Presidente no puede ver todo esto porque va de Olivos a Casa de Gobierno en helicóptero y cuando no está aquí está en Santa Cruz, encerrada en un campo de varias hectáreas donde lógicamente, allí tampoco pasa nada.