viernes, 22 de julio de 2011

Identidad

Estaba corrigiendo trabajos de mis alumnos de Cultura Contemporánea, cuando llegué a los análisis que habían realizado sobre una pintura del genial Paul Gauguin: “¿De donde venimos? ¿Quienes somos? ¿A dónde vamos?” (1897) es un óleo sobre lienzo. La explicación técnica en este momento no viene al caso, pero es puro automatismo.
Lo que me llamo la atención fue el nombre de esta obra pictórica, y cada uno de los interrogantes que componen su nombre.

No pude evitar pensar en nuestro país, en nuestra identidad. Para cada una de las preguntas obtuve, respuestas diferentes. Sin embargo, cada una de esas contestaciones (en todas me pregunte y me reconocí) tienen un hilo conductor.

¡Vamos por parte!- dijo Jack “el destripador”. “¿De donde venimos? Nos revelamos como un grupo de revolucionarios, allá por 1810, devenimos en independentistas apenas 6 años más tardes. Y como no podemos esperar para nada, nos peleamos entre nosotros, me atrevo a decir brutalmente por el reparto y organización del territorio. Prueba de ellos fue nuestra primera CONSTITUCIÓN NACIONAL (1819) Unitaria hasta la medula, como sufrimos de ciclotimia en 1826 se sanciona una segunda Constitución, tan unitaria como la anterior.

Con tanta lucha interna había que poner orden. Entonces se elige a Juan Manuel Ortiz de Rozas para disciplinar, pacificar e instaurar el orden, un federal que gobernaba como unitario, sus gobiernos se caracterizaron por su enorme centralismo, la obtención de la suma del poder público y su constante combate a los enemigos internos que tenía el régimen rosista ¿les suena?
Pero no estábamos del todo organizados. Así que la presunción de orden llegaría con lo que conocimos como “era de las presidencias” de Mitre, Sarmiento y Avellaneda. Ya sabemos: guerra contra el Paraguay, nacionalización de la aduana, crisis económica y en 1879 la campaña desierto del General Roca, quien un año después (exactamente) asumiría la presidencia de la Nación Argentina. Con el fomento de la inmigración, la ley de educación y el modelo agroexportador se pretende poner a la Nación Argentina en el G8. Y me parta un rayo, en parte lo lograron, pero todo tiene un precio. Lo que podemos rescatar es que salió consolidado el proceso de construcción de la nacionalidad, de una “mentalidad propia” y de la identificación con los sagrados símbolos patrios. Este proceso llevó cuando menos unos 30 años.

Con la sanción de la Ley Sáenz Peña de 1912 o Ley 8871 de Elecciones Generales, llegaríamos a un momento cumbre de la historia argentina. En 1916 asumiría Hipolito Yrigoyen (UCR), en cuya elección se aplicó por primera vez el sufragio universal, secreto y obligatorio que garantiza aún la ley. Yrigoyen tomaría posesión del gobierno por otros 6(seis) años en 1928, pero solo gobernaría por 2(dos) años. En 1930, por primera vez en la historia un Golpe de Estado acabaría con un gobierno constitucional, pero no sería el último. De ahí venimos.

¿Quienes somos? Que pregunta. Somos muchos, y uno, somos un pueblo. Fuimos héroes temerarios, cobardes, cultos e ignorantes. Ambicionamos grandeza y desmantelamos el Estado, nos rasgamos las vestiduras por la democracia, pero somos intolerantes con el que piensa diferente. Llegar al poder representa un móvil para llegar a un poder mayor, de ser posible ilimitado. En un país federal, tenemos otro poder centralista. Repudiamos a la dictadura, pero aplaudimos la guerra de Malvinas hasta que la perdimos. Somos santos, profanos, comunistas y oligarcas. Adalides de los DDHH, avasallamos a todo el que podemos, a toda institución que no cumple con nuestras expectativas. Pero también nos damos tiempo para instruirnos, educarnos. También trabajamos, aunque otros fomenten “la vagancia”. Pretendemos vidas mejores, serenas, provechosas. Somos el resultado de años de evolución de una mentalidad, de una nacionalidad, y nos reconocemos en ella. Somos esto que conocemos.

La última pregunta ¿A dónde vamos?, como dice mi padre: SDLS. Solo Dios lo sabe.

Hasta la próxima, Elizabeth.