sábado, 28 de agosto de 2010

Ficción o realidad.

Quien haya leído alguna vez una novela de Gabriel García Márquez, sabe que este escritor genial en su narrativa, posee un don para el realismo mágico. Esto último, es una característica propia de la narrativa latinoamericana en la cual se disuelve o mezcla la realidad de una historia con elementos fantásticos, para exagerar su “supuesto” contraste. Y en medio de ese relato el lector/ espectador naturaliza situaciones complejas, devastadoras, violentas e improductivas.
El día martes 24, la presidente de la Nación, dio un discurso por cadena nacional con el objetivo de presentar un informe titulado “Papel Prensa: La verdad”. El escenario de dicha disertación fue la Galería de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada, a las 19.00 y frente a un público heterogéneo compuesto por funcionarios públicos, empresarios y gente del espectáculo, que concurrieron “voluntariamente”.
El informe fue realizado por dos funcionarios públicos, el polémico Guillermo Moreno (secretario de Comercio Interior), Beatriz Paglieri (directora de Papel Prensa en representación del Estado) y Alberto González Arzac (abogado).
No es el objetivo de este escrito indagar en la conducta pública de Moreno, ni en el pasado de Paglieri, mucho menos, investigar antecedentes y vinculaciones de González Arzac a quien jamás escuche mencionar. Sino observar aquellas cuestiones o situaciones grotescas que de momento, pareciera estamos naturalizando cual realismo mágico. Esto en caso de quien se involucra socialmente, y pregunto a quienes no lo hacen, los que no se percatan voluntaria y conscientemente de lo que sucede a su alrededor ¿qué es lo que ven? ¿fantasía o realidad?
No sabría decir que me aterra más de mi país, si la miseria moral y económica, o su ínfimo nivel cultural. Nuestra incapacidad para apreciar aquello que afecta a nuestros semejantes, la inculta turba que podemos llegar a ser por el valor de un plan social, o por la falta de él.
Todos los días personas mueren asesinadas en un arrebato; son asaltadas en la puerta del banco; chicos no van a clases porque están descalzos, sus padres no trabajan, sus hermanas apenas unos años mayores son madres de hijos sin padres; hombres y mujeres abusan de sus hijos; ruta 8 tiene baches desde el Partido de San Martín hasta el de Pilar; los hospitales del conurbano están saturados de pacientes con necesidades palpables y con personal apenas visible o sobre exigido; en localidades de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Santiago del Estero el agua tiene arsénico, en Chaco no tienen este problema, porque no hay agua de red; la escuela pública no educa;en el Partido de La Matanza la mitad de la población no tiene cloacas; los ministros de salud y educación miran hacia otro lado frente a problemáticas cuyas soluciones están en sus manos.
¿Habrán notado cuántos alumnos no saben leer? ¿No les da vergüenza defenestrar la educación privada, como destinada a los pudientes, cuándo es la única que en su defecto cumple con lo que debería hacer el Estado al que sostenemos?
Pero la culpa es mía, nuestra. El error es nuestro de raíz de que las cosas hayan llegado hasta aquí. A este circo disparatado, confuso, acéfalo. No son ellos, quienes nos gobiernan, los culpables de estar en ese lugar estratégico y de importancia, porque son brutos sin sentido de la moralidad, del progreso y el desarrollo social, y mucho menos del respeto por el soberano que los ha puesto donde están.
Cuanto más nos topamos con miseria económica, espiritual o intelectual, más a menudo lo captamos como algo natural. No siempre observamos con severidad. ¿Qué puede estar mal si todo está permitido? ¿Quiénes se equivocan donde nadie es evaluado, aplazado o amonestado? ¿Qué representa “la Nación” para los sin techo? ¿A quienes alberga, instruye e integra un país con millones de indigentes? ¿A quienes responden los impunes? ¿Quién podrá sanar las heridas de la apatía social causadas por la necesidad de supervivencia diaria? ¿Cómo terminan los días de quienes luego de trabajar los años para jubilarse tienen menos ingresos de los necesarios para cubrir las necesidades básicas? ¿Es posible que argentinos decididos a superarse deban aprender a vivir y a naturalizar pobreza, exclusión y analfabetismo?
No podemos permitirnos ignorar la realidad, vivir en ese realismo mágico de García Márquez nos sumirá en la más honda depresión cívico-social. Debemos participar, informarnos e instruirnos. Hacer lo imposible para que quienes nos rodean hagan siempre las cosas de la mejor manera operable y sostenible en el tiempo. Para que vivamos la realidad y no una ficción pensada, ejecutada y repetida para distraernos de aquello que nos rodea.