miércoles, 26 de mayo de 2010

El día después del 25

Hagamos un análisis frío, o todo lo despojado de pasión que se pueda. Pasó la semana de mayo, el día 25 (o día D), festejos municipales, provinciales, nacionales, cenas de camaradería, documentales en los noticiarios recordando pormenores y por mayores de esta fecha y demás.

¿Qué nos quedó? Algunas impresiones frescas que recojo:

La multitud de argentinos reunidos en torno a la celebración de una fecha que recordamos todos los años. Aunque debo decir que no siempre con este fervor.

La prestancia de distintas entidades que brindaron su trabajo, para que los festejos salgan a pedir de boca.

La conmemoración con simpleza, muchas escarapelas adornando el pecho de nuestros compatriotas y banderas colgando en balcones y ventanas.

El acto espontáneo de entonar sentidamente el Himno Nacional en dos o tres oportunidades.

Estas son las cosas que les quiero contar a los adultos del mañana, solo por haber pertenecido a una generación que habito este suelo, el día que se conmemoró el Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Una vez dicho esto, me queda una duda. O mejor dicho varias:

¿Habrá quedado claro que esta convocatoria era para celebrar una fecha patria y no para exaltar las figuras de la presidente y su esposo?

¿Sólo yo percibí las galeras que decían “Néstor Presidente 2011” en pleno desfile o la quema de una Constitución?

¿Alguien más escucho su discurso acerca de la igualdad, libertad de expresión, equidad social? Y ¿Qué le pese a quién le pese estamos mejor que hace 100 años obviando todo contexto social, económico, político y cultural?

¿Qué casualmente además del Bicentenario de la Revolución de Mayo también se festejan los 6 años de proyecto kirchnerista? En mi opinión fuera de contexto.

¿Por qué el desaire a la reapertura del Teatro Colón? Desavenencias interpartidarias justificarían su ausencia, pero ¿acaso el teatro no forma parte de nuestra heredad cultural?

Habló de UNIÓN, pero no se invitó al Vicepresidente Julio Cobos al Tedeum o las celebraciones de la jornada.

Hay sin dudas, un doble mensaje. Una actitud solapada, por darle un nombre. Diciendo de Nación hacia fuera una cosa, mas en el interior las cosas cambian.

La coherencia política, permitiría no sé si equilibrio social, pero si un poco de sosiego. Al ver que quienes nos representan pueden dialogar y ejercer sin presiones la función para la que se los ha elegido, que los poderes de la República son independientes, y una justicia imparcial nos respalda o socorre, podríamos estar correctamente encauzados hacia un proyecto republicano auténtico.

¿Será sólo mi utópica aspiración para el próximo Bicentenario?