jueves, 19 de mayo de 2011

Volverse loco

Les contaré una historia donde “los locos”, pacientes de una institución psiquiátrica han tomado el control del lugar. Al cabo de unos días, los médicos psiquiatras, los psicólogos, enfermeras, mucamas y trabajadores sociales ocupaban las habitaciones que otrora pertenecieron a los pacientes. Atados a los barrotes de la cama o con el chaleco en habitaciones circulares preguntaban -¿Qué hice para ser encerrado? ¿En qué me equivoqué?-
Uno de “los locos”, que hubiera sido puesto en ese sitio por conducta violenta, problemas de adicciones y otras patologías más, contesta con orgullo e ironía- ¿Acaso no te acuerdas? – . El médico perplejo, pasó varias jornadas tratando de recordar o de encontrar una explicación a su encierro. Su esfuerzo lo mantuvo despierto por días y noches, amarrado a la cama no había mucho más por hacer.
Una de las enfermeras, inmovilizada por un chaleco de fuerza, llamaba a los gritos al Director médico, aunque este no la escuchaba, pues se hallaba inconciente a causa de la anestesia. Exclamaciones varias provenían desde ese cuarto- Señor Director….Dr. Sapiencia…por favor!!!!!!! Sáqueme de acá, no entiendo nada, ya no recuerdo cuantos días llevo encerrada- Otro ex paciente se acerca al visor que se hallaba en la puerta del cuarto- Mejor cálmese, no se ponga nerviosa. Ya va a ver, después de un tiempo uno se acostumbra al encierro y la soledad-. La enfermera vio que su suplica era inútil, entre sollozos y balbuceos cayó en un sueño profundo.
Así pasaron varios meses, luego años. Todos los individuos que eran profesionales, instruidos, con vidas plenas y con un futuro cierto, fueron sucumbiendo al tedio del enclaustramiento y los despropósitos quienes ahora tenían el poder sobre sus vidas.
Una joven psicóloga se dio cuenta que ya no les traían la comida con la misma regularidad. Decide ofrecerse para agilizar las tareas diurnas, con la secreta esperanza de ser desatada y escapar, a la vida que una vez conoció.
El hombre al que atendió por problemas para vincularse, ahora era su guardián, le explicó que no había manera de que saliera de la habitación. Pero le prometió llevarle más raciones de agua. La psicóloga devenida en interna le pregunta- ¿cómo conseguirás más agua?-. Confiado como nunca el hombre le contesta- Hablaré con nuestro director-.
Hasta aquí sabemos que el grupo de maniáticos tenían un director, un supervisor y un guardián. Se habían organizado.
Los familiares de los internados ya no pedían verlos, fantasmas de la memoria, lugares vacíos en la mesa. Ellos mismos se habían acostumbrado a la soledad, a ver la vida desde una ventana, a que todo el universo se resuma en un techo blanco descascarado o una pared acolchada. No tenían ambiciones, sueños, ni necesidad de superarse. Daba lo mismo el día que la noche, limpieza o suciedad. Muchos olvidaron su nombre y propósito.
“Los locos” deciden una tarde llevarlos al patio del hospital. De a uno los movilizan en sillas de ruedas o camillas, otros llegaron caminando. Uno a uno se van sentando, allí se dan cuenta cuanto tiempo paso desde la última vez que vieron a alguien más.
El nuevo “Director” les comienza a explicar con elocuencia que habían sido recluidos para su propio resguardo y protección. Les recordaron que cuando ellos eran “otros”, mucho antes, les repetían a diario “toma el control de tu vida”. Uno de los locos “el guardián” agrega: - además quiero ser recompensado por el tiempo en que estuve encerrado y solo”-. A lo que amplifica el “loco supervisor”:-yo me encargaré de que así sea. De que te den lo que te corresponde y además se respeten todos y cada uno de tus derechos”-. Esto generó un furor inverosímil en los demás locos que pasivamente observaban a los ahora resignados. Un ambiente casi festivo inundó el parque verde y soleado. El nuevo director nombró allí mismo a una mujer con trastornos alimentarios “Jefa de Cocina” y a un hombre con problemas de coordinación motriz y dislalia “Encargado de Planificación y Recreación”. Así todos “los locos” tenían un cargo “oficial” conferido por el “Director”. Mientras que los antes profesionales, estaban sumidos en la parálisis intelectual, la indolencia moral y el recogimiento espiritual, dejaron que “los locos” gobiernen.

Elizabeth.