viernes, 10 de diciembre de 2010

Participación ciudadana VI

Si, al fin... éstas serían las conclusiones. Pero para no perder la costumbre quiero plantear dos interrogantes:
I. ¿Por qué insisto en educar en valores y con valores?
II. ¿Cuál es la importancia del diálogo social?

Para responder a la primera pregunta, reitero que son los padres o adultos responsables los primeros educadores. La transmisión cultural de valores es fundamental para la formación de individuos, grupos primarios, comunidades y sociedades que sean:
· moralmente responsables de sus actos y
· solidariamente comprometidas con sus fines,
ya sea en actividades de cooperación, formación cívica-política o de concientización ecológica.
Mientras que con la segunda consigna, en que me refiero al diálogo social…anteriormente afirmé que somos seres sociales, y un diálogo es una conversación entre dos o más personas. El diálogo se opone al monólogo. Permite escuchar, interrogarse, reflexionar en grupo y extraer conclusiones. Dialogar nos hace socialmente pensantes.

Carlos Nino que fuera filósofo del derecho (iusfilósofo) afirmó: “la democracia deliberativa es el mejor sucedáneo del discurso moral”.

Esto es pues, porque la democracia se legitima en la justicia, que le da a los habitantes el rango de ciudadanos, la dignidad de que sean tratados de acuerdo con sus decisiones e ideas, y que sus expresiones de consentimiento, sean tomadas como condición suficiente para la adquisición de derechos y la contracción de obligaciones.
Hasta la próxima!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cubrir una falta con una mentira, es reemplazar una mancha con un agujero

El camino de la verdad es ancho y fácil de hallar.



El único inconveniente estriba


en que los hombres no lo buscan.



Confucio






He pasado toda mi vida tratando de saber la verdad, de conocer la exactitud acerca de lo que me rodea, la realidad intuida que de tan palpable adquiere una apariencia. Para sumarle más porotos a la paradoja existencial, me puse a googlear “frases sobre la mentira y verdad” ¿a qué no saben cuál es el grupo mayoritario?.......hagan sus apuestas…. Si, las frases sobre la mentira.




Pero tiene sentido. Cuantas guerras se han ganado mintiendo, cuantos matrimonios se fingieron a lo largo de la historia, hijos no reconocidos, dobles vidas negociadas, varios tratados de paz fueron una mentira pactada, noticias de todos los días, desacuerdos. Todos y cada uno, ficciones de la realidad.




Luego me doy cuenta, casi toda mi vida adulta se resume en una lucha, buscar la verdad y mantener la paz. ¿Cuántas veces habremos negociado con tal de salir ilesos? ¿De que no lastimen a nuestros hermanos, parejas, padres, amigos, hijos? ¿Y nuestro orgullo? Quien diga que nunca tuvo que ceder absolutamente nada de sí mismo, solo para mantener la paz es posible que esté contando una verdad a medias, o como dice un antiguo proverbio “Una verdad a medias, es una mentira completa”. Aún así nunca hablamos de mentiras explícitas, tantos pactos de no agresión firmamos con nosotros mismos...




Tengo la impresión, casi espantosa, de que la honradez por estos días ya no es un valor.




No tenemos limites, nos cuesta dar un paso al costado y dejar ser a los demás. La felicidad ajena, impropia y armoniosa de otros, en la que no participamos, nos perturba. Es una necesidad imperiosa, dificultar la vida ajena todo lo que se pueda, de modo que no nos olviden. De manera de estar siempre presentes consciente o inconscientemente.




Friedrich Nietzsche dijo alguna vez, “lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. Queridos lectores ¿Alguno lleva un contador de la cantidad de veces que ha sido defraudado? ¿Y de la porción de esa cantidad que fue defraudado por el mismo individuo? Es como si tuviéramos un límite, o tope. Uno se resiste a ser engañado, o dejarse engañar (como gustéis) . Lo cierto es…que me decepcioné por última vez de la misma persona, no importa cuanta verdad o mentira pasara debajo de un puente, no importa que de mi propia conducta no haya nada que reprochar, se torna insignificante el hecho de que uno procure conducirse siempre lo más honestamente posible, porque quien así lo decide, inventa infamias tan grandes para que los demás las consideren absolutas verdades. Lo coherente sería: “a confesión de partes relevo de pruebas”, pero entre la horda, la comprobación lógica y la refutación, no existen.



Cierro con una frase del genial Khalil Gibran: “La verdad nos llama, nos atrae con la rica inocencia de un niño o con el beso de un ser amado. Pero nosotros cerramos las puertas del afecto en su cara y la tratamos como enemiga”.



Difamar es mucho más fácil que admitir las propias falencias, los propios desaciertos o descuidos, porque significaría admitir que en algo o con alguien hemos fracasado.