viernes, 14 de mayo de 2010

Sexociedad

En los últimos meses, nos hemos enterado por el diario o el noticiero de una creciente cantidad de menores de edad que han sido víctimas de abuso sexual, muchos de ellos agravado por el vínculo.
Dos de los casos que más resuenan en mis oídos por estos días son el de General Villegas y el de José C. Paz. El primero se dio a conocer mediante la circulación de un video en que tres hombres adultos, casados, incluso con hijos tenían sexo con una menor de 14 años. Familiares y amigos de los acusados, hacen lo posible para que no se los procese por violación, pues consideran que fue sexo consensuado.
El segundo caso, en el partido de José C. Paz es diferente y excede toda imaginación aberrante. Una mujer, progenitora de seis hijos (no me atrevo a llamarla madre) los entregaba como premio de partidas de cartas a los tíos y amigos de la familia, para que los chicos le practiquen sexo oral al ganador. Todo se dio a conocer cuando su hija de 14 años (hoy tiene 16) huyó para irse a vivir con su hermana mayor.
Cada vez que se da a conocer una situación como esta, las opiniones sociales son de los más variados matices, desde el clásico “queremos justicia”, hasta el no menos repetido y mal intencionado “seguro que le gusta”. La cuestión aquí neurálgica, no es solo el placer o displacer, es que son menores de edad en manos de adultos que deberían ponerles un límite moral y físico. El adulto está siempre en condición de superioridad intelectual, generacional y legal con respecto al menor de edad.
El código penal, es bastante claro en estas cuestiones:
La figura legal de la violación se legisla en el artículo 119 para su forma simple y se completa en los artículos 122 y 124 con las formas agravadas.
El código en su artículo 119 expresa: "Será reprimido con reclusión o prisión de 6 a 15 años, el que tuviera acceso carnal con persona de uno u otro sexo en los casos siguientes:
1) Cuando la víctima fuere menor de 12 años;
2) Cuando la persona ofendida se hallare privada de razón o de sentido, o cuando por enfermedad o cualquier otra causa, no pudiere resistir;
3) Cuando se usare la fuerza o la intimidación".
El artículo 122 dice: "La reclusión o prisión será de 8 a 20 años cuando en los casos del artículo 119 resultare:
1) Grave daño en la salud de la víctima;
2) Cuando se cometiere el hecho por un ascendiente, descendiente afín en línea recta;
3) Un hermano, sacerdote o encargado de la educación o guarda de aquella;
4) O con el concurso de 2 o más personas".
En cualquiera de los dos casos tengo una serie de preguntas, que tanto padres, implicados, funcionarios públicos, abogados, incluso productores de medios audiovisuales debemos procurar contestarnos a la brevedad:
¿Cuáles son los modelos que les ofrecemos? ¿los ejemplos que damos como padres? ¿Asumen los padres su responsabilidad como adultos? ¿Qué alternativas a futuro se les ofrecen? ¿Cómo funciona la justicia y la asistencia social en casos así? ¿Qué es lo que más se vende en televisión? ¿Quiénes los educan? ¿Por qué en una sociedad pansexualista como esta se sigue viendo a la mujer como responsable de estos actos aún cuando es víctima? ¿Qué pasa por la cabeza de un infante que mira con su madre una novela a las 15hs o las 21 hs con escenas casi explícitas? ¿Qué se le explica? ¿Se los informa?
¿Por qué como sociedad pivotamos entre el rechazo a estos casos y el morbo públicamente conocido?

martes, 11 de mayo de 2010

Terminó la Feria del Libro

Terminó la 36 Feria Internacional del Libro. Como en cada edición hubo literatura, música, periodismo, muestras pictóricas, actividades educativas, invitados del exterior y los clásicos paneles participativos con expertos.

La feria no acerca solo la posibilidad de encontrarnos con una enorme oferta literaria, sino de poner en contacto a los autores con los lectores. Estrecha relaciones entre admirador y/o crítico y el artífice primero de la emoción.

Es de alguna manera un fenómeno social y cultural. Moviliza a ciudadanos de diversas clases sociales, procedencias e intereses. Como cada año la organización y previsibilidad no dejo nada librado al azar. Excepto por un detalle.

Sillas que volaron por el aire, trompadas, silvatinas, insultos. No, no fue una pelea callejera. Fue en plena feria, en la presentación de un libro sobre el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) y en la presentación de Hilda Molina. ¿A caso como sociedad hemos tocado fondo? Nuestra memoria social está sufriendo una suerte de osteoporosis, el deber cívico está anémico y nos dejamos llevar por individuos que solo ven sus propias necesidades de megalomanía, de sumisión social intelectual, de polarización social y violencia, de sostener un discurso ambiguo que aboga por la democracia pero que suprimiria todo atisbo de libre pensamiento si pudiera.