He seguido las últimas semanas el
debate en el Congreso respecto de la reforma judicial mal llamada “Democratización
de la Justicia”. Cuantos conceptos conocidos tienen significados diferentes en
la voz del oficialismo.
Nuestro país que adoptara la
forma Republicana, Representativa y Federal, que suscribe a la división de
poderes del Estado y lo refleja así en su Carta Magna, se ha convertido en los
últimos años y en especial en los últimos 10 (diez) en una caricatura legal.
Con el transcurrir de los
diferentes gobiernos se ha perdido “el espíritu de las leyes”, la independencia
de los poderes del Estado para actuar de contrapeso o evitar abusos por parte
de alguno de ellos. Un poder legislativo ciego y obsecuente, y el judicial
manipulado y cooptado por el oficialismo, nos dejan a los ciudadanos a
merced de un poder ejecutivo corrupto y moralmente nocivo con un enorme aparato de
propaganda. Esto nos ubica en una situación de fragilidad cívica, alimentada
por la falta de representación política y un poder judicial indiferente.
Con la reforma judicial en marcha,
podemos decir adiós a los derechos de los ciudadanos protegidos y garantizados
por la Constitución Nacional y le damos la cordial bienvenida a la inestabilidad
jurídica y la inconstitucionalidad a medida.
Lic. Elizabeth Farias