martes, 13 de julio de 2010

Metamorfosis

De un tiempo a esta parte hemos visto el mundo cambiar, tal vez no siempre nos damos cuenta de las imperceptibles transformaciones que nos rodean. Tendemos a ver la totalidad. Cantidad sobre calidad. Impacto privilegiado siempre sobre paulatina metamorfosis.
El hombre, como civilización, ha pasado de la edad de piedra al descubrimiento de América (si ya la descubrieron), y a la fibra óptica en un pestañeo nimio y casi con resistencia. Es posible que en nuestro próximo abrir de ojos lleguemos a la luna (esta vez de verdad).
Contamos con tipos de artes considerados clásicos: arquitectura, danza, escultura, música, pintura y literatura. Este avance permanente, los nuevos retos que nos imponemos y proponemos día a día, siglo a siglo, han dado lugar a la fotografía, después y por desprendimiento el cine, finalmente, la historieta.
Hay algo que mueve todos estos cambios, las transformaciones estético - sociales y culturales. Un principio de inercia que permite subir un peldaño más en la vida creativa.
El gran paso de la transformación, de la necesidad IMPERATIVA de cambio, de una nueva expresión fue dado por los impresionistas en 1874-1875. A partir de allí las vanguardias siguientes (expresionismo, cubismo, futurismo, dada, surrealismo) tuvieron el camino allanado.
Ese algo, es el mismo que llevó a Shakespeare, Dostoievski, Borges o García Marquez a irradiar sus distintas genialidades literarias. También impulsó a Rodin a cincelar su “Monumento al pensador” y a Quino a darle vida a su impertinente y aguda Mafalda.
En el interior de los individuos, de las pequeñas comunidades y de las sociedades, el cambio se motoriza a través del aporte de individualidades, de las cualidades que nos distinguen. Para eso hay que dejarlas aflorar.
Ese algo, es sin duda la pasión. Entusiasmo por saber, conocer, crear, sobresalir, perfeccionar. Apasionarse por la vida no es una generalidad, no es una idea abstracta. De hecho, encontrar la pasión que nos mueva, saber que estamos destinados a algo más que a transitar por esta vida, debe ser nuestro fin último.
Ser parte del cambio, de algo mejor…no hace falta ser astronauta para conseguir un objetivo superior, es posible que no alcancemos la habilidad para esculpir La Piedad de Miguel Ángel, ni la grandeza o proyección literaria de Julio Cortazar o Mario Vargas Llosa, pero lo indiscutible es permitirnos sucumbir a la pasión, dejarnos llevar por ella. Construir nuestra vida y sostener un cambio acompasado que refleje nuestra grandeza cotidiana.

Steve Jobs, CEO de Apple Computer y de Pixar Animation Studios, dictó un discurso el 12 de Junio de 2005 en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford, de esa disertación rescato el siguiente fragmento:

“Su tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas – es decir, vivir con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencie su propia voz interior. Y más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, que de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario”

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